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Me llamo Vivicriz, nací y crecí en un pueblo de los Llanos orientales de Colombia y resido en Barcelona desde el 2016. De antemano dejo en claro, que no soy psicóloga, tampoco tengo títulos universitarios y mi dialecto no es nada formal, todo lo contrario, es mega coloquial y vulgar.
Amo hacer manualidades transformando objetos o materiales de reciclaje en utensilios de decoración y a su vez terapéuticos. Esto es un legado de mi tierra natal, donde aprendí a reutilizar todo y a ganarme la vida desde la niñez vendiendo frutas y verduras puerta a puerta, ropa, rifas, hayacas, tamales y envueltos. Aprendí a salir de aprietos económicos con bingos bailables, manualidades, cartas de amor, tarjetas de invitación, chocolatinas, comida casera, ventas de garaje, actividades recreativas, anchetas y cuanta cosa se me ocurría. Por eso, amo a mi Colombia, porque a pesar de la violencia, la inseguridad y el desempleo, me ha enseñado a ser resiliente, emprendedora, creativa y una superviviente. Y lo que es mejor, amo a esa gente de buen corazón que vive en mi tierra y que aunque no sean millonarios, siempre están abiertos a la colaboración.
En Colombia me formé como esteticista, tuve mi propio spa y también ejercí como quiromasajista. En Barcelona me he formado en diferentes técnicas de terapia emocional, con el fin de ayudarme a superar mis propios traumas y bloqueos. Y a su vez, contribuir con mis conocimientos a mi familia, a mi país y a quien se cruce en mi camino.
Escribir, hablar y compartir historias de vida, escuchar las que me quieran contar y posteriormente plasmarlas en manualidades, como también crear cuentos personalizados. Amo enseñar a partir de mis errores, porque considero que no hay mejor universidad que la vida, y si podemos evitar que otros pasen por las mismas circunstancias dolorosas, ese ya es un postgrado que no necesita ser colgado en la pared, porque se queda en el alma.
No soy seguidora ni fanática de ningún tipo de religión, secta, grupo o estilo de vida.
Por eso, dejo en claro, de que aquí ni se hacen milagros, ni se venden panaceas, ni se pregona, ni se convence y mucho menos se le soluciona la vida a nadie. Yo solo aporto información, y como adulto que eres, decides qué hacer con ella y responsabilizarte de tus acciones.
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